lunes, 2 de noviembre de 2015

Hay días que son como sombras que iluminan sombras, asi bajo la luz del corazón.


 (Nunca elegimos a nuestro amor. A. Machado)

 
Los dedos imitan una figura que camina sobre la arena

y deja pequeñas huellas como un ejército en su huída.

Pero no es el desierto lo que busca la mano,

y así indagará en el agua y en la compacta tierra,

pero de nada le servirán los consejos del estratega chino.

Arena, agua y tierra serán finalmente formas de su sueño,

del que despierta cada mañana sin más memoria que

la de un dolor que crece como un rosal de días locos.

Y yo ahora te pregunto sobre las palabras del poeta:

¿Cuál es el sentido de la elección?

¿Quién entierra nuestro deseo?

¿Para qué ahogamos la sombra de nuestro cuerpo?

¿Nos cubrirán las dunas en un oasis de palmeras acorazonadas?

Dime alguna vez la palabra salvadora,

aunque tal vez tú no existes, y como la tierra, la arena o el agua

eres sólo aquello que mi mano

imaginó acariciar en un tiempo siempre

viajero hacia un hotel de Ginebra,

allí donde el fervor de las Alicias

canta canciones vulgares

en los días ya olvidados de mi corazón.
 
C2

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